viernes, 19 de diciembre de 2014

El Enano de Gredos. Capítulo I.



 EL ENANO DE GREDOS, LA TRISTE HISTORIA DE MARTÍN DÁVILA.


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Cuando en la semintegral de Gredos pasé bajo un  peña, Maese Viento me dijo que en un tiempo había sido humano y  me prometió que me contaría su historia,  volví a Gredos y en el puerto de Candeleda me estaba esperando, cumplió su promesa, os dejo que sea él mismo quien os lo relate, la historia del Enano de Gredos.



Capítulo I. DOÑA ISABEL DE ROJAS.

Todos me conocéis, sabéis quien soy, pero no lo sabéis. 


Creéis que Yo soy quien silba en la reja de la ventana, quien te roza los cabellos, quien te corta  la cara en la fría mañana, el viento.
No, soy mucho más, mucho más que el simple viento, debes saber que cada vez que susurras, yo estoy ahí, cada vez que suspiras, que gimes, que comes , que hablas, que respiras… yo lo siento, yo lo sé.
Cuando mueves un brazo, una mano, un  dedo, un cabello, yo lo veo, lo veo todo, absolutamente todo, desde siempre, sé como sois cada uno de vosotros.
Os conozco muy bien, humanos, os creéis muy inteligentes, muy listos, os atribuís la capacidad de ser la única especie racional, ¡Ja!, necios, tontos, estúpidos, lelos, botarates,  sois lo peor que ha visto la Madre Tierra, os aferráis  a poseer cosas materiales, y vuestra avaricia no tiene límites, queréis poseerlo todo y no es vuestro ni lo será nunca, ni siquiera cuando lo destruyáis, y cuando desaparezcáis del planeta,   sólo yo os recordaré…


Pero todos no sois así, ni mucho menos, os voy a contar una historia que ocurrió hace  mucho tiempo para vosotros, del que con vuestra memoria selectiva habéis olvidado, puesto que preferís recordar a los que hacen daño y no a los que lo sufren.

En un pueblo de la montaña que llamáis Gredos, cuyo nombre sé pero no voy a decir, vivía un muchacho, de  nombre  Martín Dávila, era uno entre un millón, uno de los que nacen una vez cada mucho tiempo, un alma pura, limpia, un corazón grande, como las montañas.
 Martín para vosotros los humanos no era afortunado físicamente, era algo bajito, de nariz emergente, cejas pobladas  y ojos marrones y pequeños, nada llamativo salvo por su nariz.
Martín, sí Martín, era de los pocos humanos que he apreciado de verdad en mucho tiempo en estos parajes, él entendía la naturaleza, me escuchaba, también escuchaba a las Nubes Susurrantes, hablaba con las Rocas Petrificadas y leía  los arroyos, sólo un corazón sin mácula podía hacerlo.
Vivía solo, en una gran casa heredada de sus padres, ya desaparecidos, él era una persona muy querida en la comarca por su gran bondad y por su capacidad de ayudar a quien lo necesitaba, y  conocía la montaña mejor que nadie.
Era feliz, amaba la naturaleza y disfrutaba de cada día de su vida como si fuera el último, pero todo cambia y para su desgracia, cayó enfermo, de la peor  de las enfermedades que tienen los humanos después del Amor, el Desamor…
 


Acercaros conmigo y mirad, desde arriba se ve bien…



Esta mañana de primavera han llegado varias carretas al pueblo, vienen a la casa de enfrente  de Martín, un pequeño palacete, sus dueños proceden  de la ciudad. Una enfermedad del pulmón ha obligado a Don Álvaro de Rojas  a mudarse cerca del aire puro de la montaña, trae consigo a su familia y a sus criados.
Don Álvaro, es un noble viudo venido a menos, que posee un puñado de propiedades que está vendiendo para hacer frente a sus deudas, adquiridas a base de vivir por encima de sus posibilidades, ya sabéis de lo que hablo, y su máxima esperanza económica para seguir viviendo en dispendio es su hija, llamada Isabel.
Doña Isabel de Rojas es una muchacha, risueña y cándida que a vuestros ojos sería el prototipo de la belleza, pelo dorado, dientes blancos, labios rojos, ojos esmeralda, piel blanca, y su silueta ligera como mis nubes ,una hermosura para vuestros ciegos ojos, que no ven más allá.
Martín ha salido  a saludar a  Don Álvaro:
-         Buenos días, Don Álvaro sea vuestra merced bienvenida.
-         Buenos días, muchacho. Con quién tengo el placer de hablar.
-         Soy Martín Dávila Sarmientos hijo de Diego Dávila.
-         Ah, sí. Don Diego, que murió con mucha honra luchando por su país. Un gran soldado, muchacho.
-         Aquí estaréis muy bien, Don Álvaro, éste es un buen pueblo de gente cálida y acogedora…
En ese momento se  ha bajado  Isabel del carro, sus ojos se clavan  un segundo en Martín y él se queda petrificado, incapaz de cursar palabra, un solo segundo ,uno sólo y  todo cambia  para siempre…
-         Maese Viento, Maese Viento, la has visto, la has visto…
-         Tranquilízate , humano, ya sabes que yo lo veo todo.
-         Maese, por favor, no me digas humano me haces sentirme un extraño.
-         De acuerdo, Martín, y la he visto.
-         Es, es bonita, no preciosa, hermosa, delicada, tierna, grácil, cálida, y me ha mirado.
-          Martín, no te engañes, apenas te ha visto. Ya sabes que no eres muy agraciado, y su padre tiene planes para ella, debes saberlo y en ellos no estás tú.
-         ¿Cómo que tiene planes?, Maese, ¿ A que te refieres?.
-         Su padre quiere casarla con una gran fortuna, y tú no la tienes.
-         Pero a que es preciosa, Maese , tú que has visto tanto.
-         Ay, Martín, debes saber que el amor es como la nieve, cae suavemente y es cálida y agradable cuando la tienes cerca. Pero si se convierte en hielo se vuelve fría, luego gélida y duele, duele mucho. No quiero que te ocurra a ti, Martín.
-         Cómo puede doler una cosa tan hermosa, Maese.
-         Ten cuidado, mucho cuidado, o lo sabrás…

Poco caso hacéis lo humanos, y siempre tropezáis en las mismas piedras por mucho que se os muestren delante de vuestros ciegos ojos, Martín no iba a ser menos, ahora sólo vive para verla un segundo, aunque sabe que lo suyo es un amor imposible. Apenas come, duerme mal, vive del calor que le provoca verla, aunque sea un solo instante, se cruza con ella por la calle y en incapaz de decirle nada, apenas balbucea los buenos días, vaya Don Juan está hecho;

                    “ Aquella mañana
                       dulce sentimiento
                        estaba allí ella,
                        frente a mí…

                      Aquella mañana
                      dulce ilusión
                       estaba allí ella,
                      mirándome…

                      Y los soplidos
                      de mi rencor doloso
                      resonaban impacientes
                      entre lienzo de noche.



                      Aquella mañana
                        dulce esperanza
                        estaba allí ella,
                       mirándome…


                     Y los tañidos
                        de mi nerviosismo
                      entrechocaban,
                     en mis sienes despiertas.

                      Aquella mañana
                      dulce pensamiento
                      estaba allí ella,
                       esperándome…

                      Y los impulsos
                        de mi corazón
                       desbocado,
                      se nutrían de distancia.

                     Y los temblores
                       de mi razón
                       enajenada,
                      se reían deprisa.

                      Y los pinchazos
                       de mi instinto
                       incrédulo,
                       se espesaba
                       entre pasos.

                      Un paso,
                      dos pasos,
                      zozobra,
                      me esquiva
                       la mirada,
                       temblor
                        indecisión.

                     Y aquella
                      vocecilla
                       otra vez
                   recorriendo
                   con zapatos de clavos,
-         no puede ser
-         no puede ser
-         …no puede ser.

                 Hasta que ella
               desapareció de mi vista. ”


Martín está otra vez está encaramado en lo alto de la roca para oírme mejor, lo está pasando mal…
-         Maese Viento, Maese Viento…
-         ¿Qué quieres Martín?, te veo muy alterado.
-         No sé que hacer, no puedo dejar de pensar en ella. Estoy desesperado…
-         Ya te lo dije, el Desamor es la peor enfermedad humana, tienes que olvidarla…
-         ¡ Cómo!, ¡ cómo lo hago!, es que ella, ella…


              Ella es luna
                 en hojas de plata
                 caricia de nube
                 flor de nata.
                Ella es laguna
                 de olas de miel
                 de ojos verdes
                 y fina piel.


                 Ella es tierra
                 ella es agua
                  ella es fuego
                  de mi pecho.
                  Ella es viento
                  ella es lago
                  ella es mi aliento ,
                  y a veces lo lamento.

                  Ella es primavera
                  cuando sonríe,
                   ella es ribera
                   cuando suspira,
                   ella es arena
                   cuando respira.


                  Ella es noche
                   cuando no está,
                  no hay sonrisas
                  no hay colores,
                  no hay brisas
                  ni sabores.

                
                   Ella es cristal
                   ella es fría 
                   ella es esquiva
                    y no me mira,
                   …pero no me importa.”

                
         Pobre Martín, está peor de lo que pensaba, apenas le ha mirado alguna vez y se ha cruzado con ella cinco o seis  veces, las he contado, pero está perdido, sois necios los humanos.

Pero Isabel se aburre, el pueblo no es para ella, lejos de sus recepciones de sociedad y sus lujos de ciudad, la naturaleza no le va. Los humanos de ciudad enseguida olvidáis que pertenecéis a nuestra madre, la tierra, y que estáis a merced de la naturaleza, queréis someter todo a vuestra voluntad y no lo conseguiréis,…nunca.
Isabel está deseando irse y continuamente insiste a su padre para volver a la ciudad, Don Álvaro sabe que tiene que encontrar un buen esposo a su hija de 17 años, es el momento de hacerlo, tendrá que volver  a la capital donde se encuentran la mayoría de los nobles.

                   - Maese Viento, Maese  Viento, dónde estás.
                   -  ¿ Qué quieres, Martín? Cada vez acudes a mí más alterado. Veo que esa muchachita no te ha sentado bien.
                   - ¿Es verdad que se marcha?, si apenas lleva unos meses…
                   -  Cierto es. Para tu bien.
                   -  No, no, no puede ser, que se marche. No lo soportaría…
                   -  Sí lo soportarás y es lo mejor para ti. Esa muchacha solo te puede hacerte sentir un desgraciado, hazme caso, llevo miles de años viendo lo mismo.
                   - Me moriré sin verla, sin oírla, sin….,qué puedo hacer, qué puedo hacer…
                   - Yo te ayudaré a olvidarla con mi primo Tiempo, lo hemos hecho muchas veces. Tú eres un humano y como tal la olvidarás en su momento.  
                   - Pues no puedo soportar la idea de que marche, Maese…    

               Y seguirás tu camino
                  como si nada
                sin saber el espino
               en mi corazón olvidada,
               sin sacar de mis entrañas
               el hierro de hollín,
              que roe como alimaña
              muy dentro de mí.

             Y te irás sonriendo                                                                      
               con tus labios rosa
              tan serena y hermosa
             como brisa silenciosa.
            Detrás de ti yace
            lo que tu iris deshace,
            que sin sangre reposa
            con la pena de esposa.

               Y te irás tranquila
               a tu lejana ciudad,
              que aquí triste sigila
             viviré en oscuridad.
              Sin ver tu esbelta  figura
             modelada en mazapán,
             me hundiré en amargura
            en mi viejo diván.

             Y marcharás sola
             con tu voz tierna,
             sobre la enorme ola
            de mi espera eterna,
           y tu dorado cabello
           que no tocar siento,
          caerá por tu cuello
           lejos de mi aliento.

           Y son norte tus ojos
          de tu mirada sumisa
           y tus labios alojo
           del cielo tu sonrisa,
          con tus verdes pupilas
         en paja me deshilas
         y me sacas la calma
         y hasta toda mi alma.

           Y toda tu hermosura
           es mi dolorosa conjura
           y toda tu ligereza
          en mi corazón pesa.
       ¡Ay, de aquel día
          que me cruzaron tus ojos,
          con inocente felonía
          y me hicieron despojos…!”

Cuando se preparaba todo para la marcha de la familia de Isabel, sucedería  algo que cambiaría todo, absolutamente todo.

lunes, 24 de noviembre de 2014

De Candeleda a Guisando. Entre otoñadas y rocas. 21-22 de Noviembre de 2014.

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8317909Enlace de la ruta en el wikiloc.
Quedamos Josechu y yo en Trujillo a las 15:15 del viernes, nuestra idea era encontrarnos con Alejandro que venía desde Madrid en Guisando,para dejar allí un coche e irnos los tres a Candeleda.
No teníamos previsiones muy claras,según los españoles nos mojaríamos todo el sábado,poco pero de manera continuada y según los yankis no nos caería ni gota hasta por la noche del sábados sobre las seis,confiábamos en estos últimos.
La verdad que desde el principio nos hemos entendido muy bien entre nosotros,tanto que llegamos a la vez a un cruce antes de la plataforma de Guisando  y podríamos haber chocado de frente,sino fuera porque estaba Alejandro apartado a un lado llamándonos para saber de nosotros.
El valle de Guisando en otoño no es bonito,ni precioso, es lo siguiente y mucho más, con palabras no se puede describir la otoñada de tonos amarillos y ocres con el verde del musgo y el gris de las rocas redondeadas, increíble.
Llegamos a la Plataforma del Nogal de Barranco casi a las cinco y veinte de la tarde,notamos un poco de fresco y humedad y decidimos dejar los crampones en el coche,por lo que habíamos visto de camino, había más hielo y nieve en la vieja nevera de mi abuela que en toda la vertiente sur de Gredos.



En Candeleda,me gusta ese nombre,sugiere candiles alumbrando de noche, dejamos el coche junto al convento de las Concepcionistas,casi no me sale, donde nace el camino del Puerto de Candeleda,todo con cartelitos muy señalizado, eran los seis y veinte de la tarde cuando comenzamos a andar, las últimas luces, la noche prometía con luna nueva,nuestro objetivo era llegar al refugio de Albarea para pasar allí la noche.





Con nuestros frontales encendidos comenzamos a subir por una empinada pista forestal,Candeleda nos brindaba con sus primeras luces de candil en una puesta de sol rosada y oscura.
Seguimos por la pista hasta un enorme cartelón que nos enseñaba lo que teníamos que hacer en marcas blancas y amarillas.   Nos adentramos en una senda boscosa de robles en leve descenso, probé  a verme los pies sin luz pero no se  veía más allá de las manos,de noche es todo diferente. Tendríamos que ir con mucho ojo,si no queríamos acabar durmiendo al raso en El Raso...





Llegamos a un prado  junto al río,de rugido rabioso, la rociada en la hierba besaba nuestros pies y  sombras retorcidas de enebros nos rodeaban continuamente dando madera a nuestra imaginación.
Una salamandra cansina y lenta salió del borde de un arroyo a darnos las buenas noches mientras nos entreteníamos en no mojarnos los pies en la oscuridad.





Poco después nos encontramos  a la Puente, su mole de piedra resaltaba en la noche,si la alumbrabas,cruzamos  admirando la fuerza del río,era una noche increíble,en manga corta e íbamos a sudar subiendo la pista inclinada que nos vino enseguida alborotándonos las pulsaciones. En nuestro ascenso brusco el rugido se iba apagando en rumor, dando paso al sonido de nuestra respiración forzada y al de los bastones probando el suelo.


Enganchamos otra pista,esta vez más horizontal y tras dejar atrás el cartel que nos indicaba que el Puerto era para arriba seguimos llaneando hasta el refugio.
Serían cerca de las nueve de la noche,allí estaba junto a una garganta estruendosa,sólo en la oscuridad para nosotros y además se veían las estrellas, los españoles con el tiempo no han acertado por fortuna,nos tenía que estar lloviendo.
Dejamos unas cervezas al remojo del río y fuimos a por leña que de mojada no se dejó encender en la chimenea del refugio. Tras nuestra frugal cena nos embutimos en nuestros sacos con el río de fondo velando nuestros sueños...

A las siete en pie, desayuno y a las ocho con las primeras luces a andar, decidimos desandar los dos kilómetros hasta la pista del puerto, por la ganganta también se llega y es más corto,pero no sabemos si va a haber una senderita buena.
Empezamos a comprender rápido lo que nos habíamos perdido de noche, un espectáculo de colores,de todo tipo de tonos otoñales.Tras llanear llegamos a la pista que asciende entre pinos hacia el puerto,una manera muy empinada de empezar la mañana,sobre todo si tienes un Josechu que parece que va en  busca de la novia,vaya manera de subir la cuestecita todavía me truena el corazón en los oídos.






Se acaba la pista, y se acaba el bosque a la vez, un chozo precioso,primeras vistas y una senderita entre la retama bien señalada.





Subimos la senderita hasta una rocaseta y de allí a la cuerda,vistas increíbles;abajo el valle en tonos otoño,a lo lejos en la letanía la llanura y a nuestra izquierda los picos del circo de Gredos,Casquerazo,Hermanitos,Campana y el Enano.
Por cierto Maese Viento me prometió que me contaría su historia,dónde se habrá metido, en su ausencia nos hemos tenido que quedar otra vez en manga corta a pesar de ser finales de Noviembre.
Seguimos hasta la Hiruela Cimera,vistas y más vistas y fotos y fotos.







A buen ritmo ya en suave ascenso nos acercamos al Puerto, antes paramos en uno de los dos arroyos que encontramos, no hay más agua hasta casi La Mira,las cabras salen a saludarnos.





Llegamos casi a las doce  al Puerto de Candeleda que está marcado por unos superhitos,y aquí estaba Maese Viento esperándonos lo que nos obligó a pararnos para quitarnos las camisetas sudadas y abrigarnos bien:






                           " -Maese viento, dónde estabas,te he echado de menos hoy.
                             -Ay,humano,siempre estoy, pero no me sabes escuchar. Los humanos tenéis oídos pero no escucháis y tenéis ojos pero no veis.
                             - Me alegra encontrarte Maese,me hiciste una promesa,me prometiste que me contarías la triste historia del Enano de Gredos.
                             - Así  haré,humano, yo siempre cumplo lo que digo.
                             - Para, para, Maese, que con tu ímpetu me vas a tirar de espaldas, y me vas a congelar,además no entiendo  lo que dices si hablas tan deprisa.
                             -No te preocupes,humano,tienes toda la cuerda para entenderme cuando mires al sur..."

Seguimos por la cuerda hacia la Mira, nuestro siguiente objetivo, en una lenta montaña rusa de collado en collado, las vistas preciosas, al sur los bosques Candileros con olas de ocre en un mar congelado, abigarrado y abrumado en un cuadro impresionista, a nuestras espaldas las cumbres del circo con motas de nieve casi invisibles y de frente la Mira desafiante en la letanía.
La inmensidad de la cuerda.




La Mira es el punto más alto,tres horas de camino.

Como en un cementerio de elefantes, los palos blancos de los piornos,nos quieren zancadillear en nuestro ascenso y descenso cordal. Nos van asaltando piedras y rocas algunas muy fotogénicas en los Campanarios.
Axterix y Obélix colocando menhires.






Queremos llegar a las tres a La Mira, para poder bajar a Guisando de día,así que seguimos apretando en la marcha hacia el Risco Pelucas,en un Berrocal de formas muy hermosas y redondas.













Tras pasar este berrocal se gira al sur con todos los picos del circo de Gredos a lo lejos,decidimos ir rodeando por una pequeña vaguada en vez de tirar a la Mira directamente, es más suave y hay un riachuelo muy curioso con su pradito. Tras pasar este prado viene la última subida del día,se hace algo larga porque ya son casi siete horas ascendiendo,pero estaba Maese Viento para hacerme la subida más llevadera:


                              "      -  Cuéntame,algo agradable,Maese,la historia del Enano me está dejando triste.
                                    -  Sabes,humano, las nubes en Gredos me hablan, son Nubes Susurrantes.
                                    -  Maese,me enseñarás a escucharlas, me encantaría saber que dicen...
                                    - Todo en Gredos habla, todo tiene su historia,si me sigues escuchando te contaré muchas, y puede que algún día entiendas a la piedras como el Enano de Gredos, los humanos estais sordos y ciegos, menos los que vosotros decís que son invidentes,ellos si me ven y me escuchan.
                                     -  Maese, y que te cuentan las nubes, dime algo por favor.
                                     - Las nubes son muy melosas y me aman y me necesitan,sin mí no van a ninguna parte,yo soy quien  les doy forma y sustancia y ellas a cambio me abrazan y me dicen cosas muy hermosas.
                                    -  Chívame,algo,Maese,me dejas en ascuas...
                                    -  Ya te lo dirán ellas mismas cuando te las encuentres en Niebla,seguro que ya sabrás escucharlas...."

La Mira es una torre,de esas de cuento de princesas encantadas,donde  una cabra mirándome con curiosidad me esperaba, no sé si quería comida o una foto pero se llevó lo segundo.





En la torre encantada de La Mira las vistas  son increíbles,en un mirador de todo Gredos con los escarpados Galayos a sus pies,eran las tres de la tarde y teníamos que bajar antes de las seis,el tiempo nos estaba respetando,parece que los yankis entienden más de esas cosas que los españoles.









Estando allí llegaron una pareja de montañeros veteranos ,que aparte de hacernos a los tres alguna foto nos acompañaron hasta el paso de bajada a los Galayos, hay dos, y nos llevaron gentilmente por el más fácil. En el refugio Victory pararíamos a comer algo,y es que nos deteníamos casi nada con esto de la noche acechante,me recordaba la película de Drácula con la carrera contra el sol, la carreta con el féretro y los jinetes detrás persiguiendo a Drácula, nosotros éramos los que corríamos para que no nos pillaran las anunciadas lluvias al caer el sol...

La bajada al Victory es muy muy pedregosa, y en seco se hace bien, con los Galayos a nuestra derecha vigilantes de nuestras caídas, Maese Viento se ha callado,hay que quitarse ropa,empezamos a sudar.







Los Galayos con su refugio es un sitio único, es místico, allí la roca pedregosa vertical de esquisto desafía al cielo y todo lo que te rodea es duro y pétreo,lástima que Maese Viento se ha callado, podría haberme contado algo, yo no sé hablar con las piedras como el Enano de Gredos.
Comimos un poco en el Victory, el sitio te quita el hambre, te faltan ojos para abarcar la inmensidad del paraje, no somos nada...







La senda de bajada sale a la derecha del refugio,marcada con hitos, en una repisa que cuelga del cielo, hay que bajar en senda zigzagueante hasta pasar bajo el barranco del refugio del que cae un arroyo.













La vuelta la hicimos casi corriendo en un camino pedregoso y bien cuidado, más cómodo que el caminito de La Laguna Grande,al ser las piedras planas y no redondas, menos mal que los españoles no dan una, con lluvia habríamos hecho patinaje artístico.
La garganta de los Galayos es más estrecha y abrupta que la de Candeleda, las rocas brillan de agua por todas partes, y el camino se retuerce en su descenso.









Poco antes de las seis llegamos a la plataforma del Nogal del Barranco,un sitio muy acogedor de pinos y merenderos, donde nos esperaba el coche y el fin de esta estupenda aventura. Nada más meternos en el coche empezó a llover,estos Yankis son la leche...









Maese Viento me contó parte de la historia del Enano de Gredos o La Triste Historia de Martín Dávila, cuando tenga un rato os la escribiré.




    http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8317909