“Y soñar con un sitio cerca del cielo,
donde el silencio se rompa por el ruido de las cascadas, donde la luz se filtre
a través de las nubes dibujando palabras de nieve y roca; en el Corral del Diablo
donde el cielo y la tierra se abrazan…”
El track de la ruta en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9362344
Esta ruta es de las más
hermosas y tranquilas de Gredos, ya la había realizado un año antes en Junio,
ahora iríamos buscando la nieve de primavera.
Quedamos en Trujillo a las
6.15 de la mañana los espartanos Miguel Angel, Luci y yo para ir hasta el Barco
de Ávila donde nos esperaba Jose que se había acercado desde San Lorenzo del
Escorial, en lo que iba a ser un día para recordar.
Tras algún café y dejar el
coche de Jose junto a la
Benemérita para que nos lo “cuidara” salimos hacia el pueblo
Nava del Barco, un pueblecito tranquilo desde donde se accede al Corral del
Diablo o Laguna de la Nava.
Dejamos el coche a 500 metros del puente de
la Yunta en un
lateral y comenzamos a andar a las 10 de la mañana, las previsiones eran de
nubes de evolución diurna con posibilidad de algún chubasco, pero me gustaban
más la de los americanos que sólo hablaban de nubes, quería ver La Covacha, que la última
vez vi sólo niebla…
Se pasa el puente, se cruza
una pista y se sube por la ladera por un sendero estrecho para evitar las
curvas zigzagueantes de la pista que engancharemos arriba, vamos por un bosque
de robles melojos y tras atravesar una cancela verde, que dejamos cerrada, nos
adentramos en un prado, empezamos a ver a lo lejos las formas rotundas del
Circo del Corral del Diablo, avanzamos a
buen paso por el valle mientras Jose y Luci nos cuentan sus experiencias
recientes en Marruecos subiendo al Toubkal.
El valle se va a estrechar,
el prado se acaba, vamos por el lecho del río comido de cantos rodados, hay que
vadear, miramos bien que no apetece bañarse, no es difícil si buscas.
El valle se angosta en
garganta, ya en el margen izquierdo subiendo, el camino es calzada de piedras,
todo un lujo, empiezan a tronar cascadas en el desfiladero, se te remueve el
alma, roca y agua, cielo y nubes aprisionando el sendero que te lleva al
diablo…,bendito diablo.
Subimos y subimos, la soledad
infinita que te llena en el paraje, cada vez más cerca,
nos esperan las cumbres de roca y nieve.
A los 1800 metros empezamos a
pisar nieve, inmaculada, blanca y tierna, no hacen falta los crampones,
llegamos a una zona plana justo por debajo del circo, el río se tranquiliza y
te ofrece sus aguas para tus labios en múltiples regueros…
El corral del diablo, una
presa y un lago helado, al pie de unas
paredes cascadeantes de agua y nieve…
-
Maese Viento, porqué se llama Corral del Diablo, no me
creo que haya diablos y demonios…son paparruchas de viejas.
-
Humano, siempre tan preguntón, escucha los ríos, la
piedras, las nubes, mis palabras… y luego interioriza, escúchate a ti mismo,
nada más que sabéis hablar y charlar…
-
Te escucho, dime algo más, te lo ruego…
-
El corral del Diablo, es un sitio mágico, como muchos
otros en Gredos, han pasado muchas cosas en vuestro tiempo humano, ha habido
muertes, sufrimiento, vida , sentimientos, pero no busques muy lejos al diablo,
está muy cerca de ti, escucha, aquí se oye mejor tu interior…
-
Qué quieres decir, Maese Viento.
-
Tú lo sabes, dímelo tú.
-
Es cierto, lo sé, Maese Viento, el diablo está dentro,
va conmigo, va con cada uno de nosotros, esperando hacerte daño.
-
Por eso me entiendes humano, tú has visto tu diablo y
sabes que está dentro, es tu peor enemigo. Si sabes escuchar, escucharás a tu
amigo, lo que llamáis el Ángel de la
Guarda y serás feliz y
harás lo que llamáis el bien. Si en vez de escuchar, oyes tu diablo, te harás
daño y dirás que son los demás los culpables de tu dolor…y harás el mal.
-
El hacer bien o mal, el ser feliz o desgraciado
depende de cada uno, todos tenemos un Ángel de la Guarda o un demonio dentro,
cada uno tiene que escoger.
-
Así es humano, aquí en el Corral del Diablo, estás más
cerca de tu diablo o de tu Ángel de la Guarda…
Teníamos que seguir, si
queríamos llegar a La Covacha,
nos subimos a una roca junto a la sendera y mientras nos tomamos un tentempié
nos hicimos fotos y fotos.
Por la margen izquierda,
siguiendo el margen de un arroyo, que aparecía y desaparecía juguetón entre la
nieve, subimos hasta la cuerda del Pelado Bernardo a 2150 metros
Allí nos encontramos muy jugosas vistas, la garganta de los Caballeros
tumbada a nuestros pies dibujando en la letanía
las grandes cumbres de Gredos, de frente los Riscos Morenos y a la
izquierda nos aparecería en unos cientos de metros la impresionante mole del Juraco,
matizada por la laguna de Los Caballeros yaciente a sus pies…
Venía lo peor, el tramo de la
plagaverde, del castigo de Gredos… los piornos. Teníamos que bajar a la Laguna de los Caballeros y
para ello descenderíamos por la margen derecha del barranco de su nombre donde
reina el piorno. Gracias a unos hitos de piedras amontonados y a la labor
continua de las cabras montesas , muy presentes en este lugar, se puede pasar, con dificultad.
Nos íbamos aproximando a la
laguna, helada, plácida y rodeada de algunas nieves, se hacía tarde, subiríamos
a La Covacha
sin dilación, El Juraco tendría que esperar otra ocasión…
Llegamos a la laguna y nos
encontramos una pareja de Madrid que
habían bajado de La Covacha,
y a las tres de la tarde se tomaban su merecido avituallamiento, nosotros lo
haríamos tras bajar…
Pasamos al margen izquierdo
de la laguna, es la subida más
pendenciera, su pendiente, su nieve blanda y su arena suelta te quitan el
aliento al igual que la vista de la laguna flotada de hielo, merece la pena sin
duda.
En la cuerda de los Riscos
Morenos o Loma de la Cumbre
se nos ofrece ahora la garganta de Cuartos al sur, perdiéndose nuestra vista en
los valles de la Vera,
a nuestros pies la laguna y cada vez más cerca el Juraco y La Covacha.
Último repechón entre rocas y
nieve y las nubes que nos quitan el sol hacen de la nieve una pisada perfecta,
nos enlazamos en alguna trepada fácil y Luci, la musa de las Nieves, corona la
primera donde colocaremos nuestras
medallas en forma de fotos…
“Escúchame, soy tu sueño,
el que te hizo volar,
sobre nubes y montañas
con tus pies de titán.
Mírame, cuanto puedas abarcar,
ahora es todo tuyo,
siente la caricia helada del viento
que te silba en efluvio.
Degústame, soy la luz de tus ojos,
que en blanco níveo atrapada,
vuela en nube ensoñada
de mares de cielo y azul.”
Maese Viento está gélido y
nos aprieta contra el cielo, helándonos las manos, no quiere que hagamos fotos…
Son las Cuatro de la tarde,
hay que bajar, el sol nos sonríe, volveremos por el mismo sitio, la nieve
blanda nos hace resbalar raudos barranco abajo, con algún tropezón por alguna
roca, y con cuidado para caer en algún
hoyo oculto junto a las grandes piedras.
Rápidamente llegamos de nuevo
a la Laguna de
los Caballeros, donde tomamos la comida central del día, poca cosa, hay que
subir de nuevo a la cuerda del Pelado Bernardo, no nos podemos relajar, queda
mucho por hacer, y los piornos cuesta arriba son muy “divertidos”.
Desagüe de la laguna. |
Tras un breve descanso,
ascendemos de nuevo, cuesta mucho arrancar, qué es la vida sin dolor, qué es un
mundo sin sufrimiento, se puede ser feliz sin antes sentir dolor, pues…no lo
sé, pero mi pierna izquierda en plena cuesta me dio un buen tirón, que me hizo
merecerme la felicidad…
La cuesta se alarga y se
alarga, qué lejos está todo en la vuelta... Miguel Ángel nos dice que según el
GPS vamos muy bajos, que nos hemos desviado, que hay que subir mucho más, los
demás respondemos que antes habíamos pasado por allí y que más arriba no nos
sonaba, lo que hace la mente cuando no se quiere subir…mi GPS decía lo mismo
que el de el gran espartano.
Así que enganchamos un
neverito sin piornos, y para arriba, qué largo se hace todo con dolor, qué
lejos está todo con el cansancio, pero la felicidad hay que ganarla sobreponiéndose a las dificultades…es la vida misma.
En la cuerda miramos hacia
atrás por última vez , y bajamos por la nieve, blanda y suave, alivio
de mi pierna renqueante, ¡Qué bueno es estar vivo, qué bueno sentir el dolor!,
quién no se consuela es porque no quiere.
Jose, se queda rezagado
conmigo esperándome, y nos colocamos en poco tiempo en el Corral del
Diablo,a Luci y Miguel Angel parece que se los quieren llevar el diablo,
demasiada velocidad para mi aterida pierna…
El color del valle hace todo
diferente, por la tarde los rayos filtrados en nubes le da un tinte gris a la
garganta de la Nava,
que en zeta de piedras nos va dejando poco a poco de nuevo junto al río.
La ventaja del rezagado, Luci
y Miguel Angel se pasan el vado y se tiran un rato para cruzar, Jose y yo
utilizamos el mismo sitio y lo hacemos rápidamente sin dificultad, adelantando a
los espartanos avanzados…
En el prado se alargan los kilómetros y se aleja cada vez más el
final, siempre ocurre igual cuando llevas diez horas andando. Miguel Angel el
espartano mayor sale a la carrera en busca del fin, sus piernas no aguantan más sin parar,
mientras Jose, Luci y yo hacemos una tertulia de la vida para que el tiempo
transcurra más llevadero.
Por fin llegamos al coche,
donde nos esperaba Miguel Angel ya
cambiado y casi bañado, eran casi las nueve y cuarto, 11 horas y cuarto de
ruta, no estaba mal, así que enfilamos en el Barco de Ávila un buen bocadillo
de lomo con una gran cerveza que todavía estoy saboreando.
Deseando repetir, cuando los
espartanos quieran…
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